viernes, 14 de mayo de 2010

Punto y final

Sí.
Ahora sí.
Creo que ya soy consciente.

Te he perdido. Te he P E R D I D O.

Y para siempre.

Quizás me lo merezca. Por ser tan cortante, por callarme, por no ir esta vez a suplicarte. Pero ¿qué importa? Porque me lo dijiste. Tú a mí no puedes sentirme. Ya... porque estamos lejos. ¿Y cómo cojones te siento yo a ti? Porque yo... yo a ti sí que te siento, y creo que de mí a ti hay la misma distancia que de ti a mí. Y es que si sintiera que puedo enamorarte, que puedo aún ganar más terreno... abrir tu corazón. Rescatarlo de tu frío invierno. Ése que, no sé porqué, te impide ser más cálido. Con el que rompiste mis esperanzas, con el que me callaste mil "Te quiero", con el que diste de lado los tres únicos que no pude contener. He llegado al límite. A la frontera de lo que la distancia me ha permitido. Y tú así también lo has visto. Pero lo que más me perturba es saber que esa distancia la imponías, quizás inconscientemente, tú.

Ya no habrá más días de visita.
No va a haber más besos en aquel banco de ese patio rodeado por naranjos.
No vendrán más lágrimas de despedida.
No tendré otra noche como ésa.
No me despertarás más así.
Ya no más tus manos descubriendo mis muslos.
No me volverás a llamar de la forma en la que hasta hace dos días lo has hecho, ajeno a esto. A mis miedos a seguir avanzando en este camino de incertidumbres.

Ahora duele, ¡pero es que estoy tan harta de esperar a un día que probablemente nunca llegue! No puedo soportar el continuo miedo del momento en que me digas que hay otra persona. Será de tu edad. Y estará cerca. Sobre todo cerca.
Me rindo. Aposté y perdí.
Estoy cansándome de esperar a que me quieras cuando nunca sucede. Y como yo no puedo obligarte a que me quieras, ni la distancia va a acortarse, yo... yo me retiro.

Camino libre.

Y ahora que pensarás que no entiendes este juego, que soy una inmadura, que mejor así, yo pienso también que sí. Que mejor así... hasta que vuelva a pensar que no, o simplemente deje de, por unos minutos, desengañarme. Pero el engaño permite que las lágrimas no rueden por las mejillas.

Qué imbécil. Qué estúpida.No por estar enamorada de ti. No por quererte y amarte, sí: A-M-A-R-T-E. Estúpida por haber tenido miedo. Por tenerlo ahora. Porque lo tendré mañana. Porque, hasta ya dudo, que aquella noche fueras mío. Inmensamente imbécil porque no es lógico (y el corazón nunca lo es), porque no es ni siquiera lícito, y casi que ni moral, ni inteligente que esté muerta de miedo por temer perder lo que nunca he tenido.

martes, 4 de mayo de 2010

Absurdidades... pero con amor

Qué abandono... a partir de ahora vas a ser conocido como el blog "Expósito"... qué pena de mami tienes...
Te tengo en mente, pero querido, cuando las cosas van bien, no hay mucho que expresar escribiendo... sólo expresarlo viviendo.
En fin...

que desde el sábado ando algo "tocada", y ahora esto...
Me rindo. Pero me rindo en todo. A lo mejor lo absurdo es eso: rendirme ahora. Pero es que hay ya en mí tantas cosas idiotas... y no me refiero al título de la entrada, a esa palabra primera que suena bastante rara. No. Sino, busca en el DRAE. Absurdidades varias que una ha cometido y que ahora se me vienen a la cabeza, de pronto. Aviso para navegantes: son pocas comparadas con la realidad de los hechos

Voy a serte clara, voy a decirte que o avanzas con algo de mayor decisión o yo retrocedo.
Y a ti voy a confesarte que deseo que seas feliz, que te quiero y que ya hace bastante que no siento lo mismo. Pero que, no sé porqué, no consigo encajar que seas de otra.


absurdo resulta decir "Te quiero" a diestro y siniestro, sin apenas sentirlo;
Absurdo es no decirlo cuando lo sientes con el corazón.

Absurdo es apartarte la cara cuando quieres quitarme el pelo de ella.
Absurdo es tardar en besarte cuando me lo estás pidiendo no por querer impacientarte, sino por miedo.

Absurdo es que aún piense en no contarte aquel sueño y el de esta noche, para que se cumplan.


Y contigo también recogí gilipolleces por el camino.

Absurdo fue tenerlo todo para luego dejarlo escapar.

Absurdo es pensar que alguien, él, me podría amar como lo hiciste tú.

Absurdo es que ahora sienta ganas de llorar por saber que, de alguna manera u otra, me estarás empezando a olvidar.

Absurdo es que sea tan egoísta como para que desee que, ahora mismo, estés pensando en mí y no en ella.


Qué imbécil por temer perder lo que nunca ha sido mío.

Qué estúpida al querer más cuando ya lo tenía todo.


A pesar de todo... ¡cuánto me habéis dado!
A unos ojos verdes que llegaron al final del verano para iluminar mi otoño.

A unos ojos grandes y oscurísimos que inundaron de alegría casi dos años.