Al miedo es mejor mirarlo de frente: con la cabeza bien alta y sin titubeos.
Tajante, desafiante y duramente. Da igual que duela.
Aunque ese miedo esté personificado en lo más importante y te haga temblar sin mencionar una sola palabra.
La verdad sea dicha: Si amas a una persona, no deberías tenerle miedo.
Haz que el miedo te tenga miedo a ti. Que cuando te vea aparecer, te sienta tan fría y distante que le des pánico.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario