Maldito corazón y maldito tú, que lo haces sentir de esta forma. Lo haces escalar todo el Himalaya y subir sin preocupaciones el Everest, para luego caer a toda velocidad, sin frenos, sin rumbo y sin airbag que lo salve.
Si te cuento un secreto, me gusta mucho más cuando me conviertes en escaladora profesional.
sábado, 8 de enero de 2011
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